sábado, 17 de mayo de 2014

Dandelios

Hace bastante tiempo que he dejado de creer en los deseos. Sí, los típicos de las velas de cumpleaños, de tirar por el faro o de pedir mirando con cara de bobo a un estrella fugaz. Aunque cierres los ojos tan fuerte que luego duela, no se van a cumplir. Eso es un hecho. Da igual de que forma los pidas, como si lo haces tirando una moneda a una fuente o soplando un diente de león. Está comprobado, porque yo no recuerdo ni un día en el que haya dicho "¡sí, por fin! el deseo que había pedido aquella vez en no sé donde...", es más, en muchas ocasiones me ha ocurrido lo contrario a lo que pedía. Así que por esa regla de tres, los sueños que se piden no se cumplen, al menos que tú hagas lo imposible por que se cumplan (todo depende también del tipo de deseo que sea, eso está claro).

Y eso no quiere decir que yo no pida un deseo nunca más. Al contrario, quién no tiene la tentación de soplar un diente de león a la vez que se pide un deseo. Y si no se van todos sus cipselas (así se llaman sí), tranquilamente cojo otro y vuelvo a repetir la operación. Eso me encanta, pero sabiendo que no me puedo hacer ilusiones con que lo que pida se vaya a cumplir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario