viernes, 17 de enero de 2014

Cuando el querer no te permite dejarlo pasar

Hoy esto de escribir se ha convertido en mi pequeña salvación. La opción para no arrepentirme después de soltar lo que no debo. Pues sí, hoy me apetecía saber de ti, y en vez de ser la idiota que siempre acaba empezando la conversación, he decidido desahogarme de esta manera. Es cierto que no es lo mismo, pero también sé que hay cosas que nunca seré capaz de admitirte. Dime cómo te diría que después del tiempo que ha pasado todavía me cuesta volver a ver todas tus cosas; que tus cartas casi me las sé de memoria, pero que siempre me hacen sentir una y otra vez lo mismo. Dime tú cómo solo palabras consiguen que eche todo eso de menos. Parece increíble, pero a mí es como si me teletransportaran en el tiempo, y después, de una rápida me hicieran volver a la realidad. No sé cuándo debería darse el paso de sentir la libertad de empezar algo nuevo, pero ojalá alguien me dijese cuándo está bien y cuándo todavía no. Tampoco sé si ese echar de menos debería quedarse conmigo, o debería de seguir existiendo. Igual no sé nada, y pensar me hace pensar más aún y sentirme más culpable.


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