El truco es tener mala memoria.
No recordar cada conversación, ni cada roce. No recordar que esas canciones son suyas, que decidiste ponerles su nombre un día, porque lo único que pasaba por tu cabeza era su sonrisa.
El truco es no pensar en la playa.
En las peleas en el agua, en la arena, en su cuerpo mojado, en que te molesta la arena cuando te la tira por encima.
El truco es no pensar en su nuca.
El truco es no pensar en su nuca.
En cómo se alejó tan rápido.
El truco es no acostumbrarse.
No acostumbrarse a cuatro palabras bonitas, a noches en vela, a caricias en la espalda, a canciones con mucho más sentido, a planes sin sentido alguno, a ganas saciadas, a preguntas contestadas.
El truco es no preguntar.
No preguntar "por qué", la respuesta no te va a gustar, es mejor no saberla, que es miedo a que diga que ya no hay nada que hacer, por mucho que esperes no vas a volver a tener noches en vela por él, ni tardes "desaprovechadas" porque no te deja estudiar, porque prefieres estudiarle.
El truco es no decir "Buenas noches".
Que son suyas.
El truco es que no hay trucos.
Que es él, que no funcionan. Te rompe los esquemas, lo hizo desde que decidió dejarse ver. Que si no quiere no aparece. Que son sus "Buenas noches" las que esperas. El único capaz de hacer que te salga el orgullo, y no ser capaz de preguntar. O el miedo, a saber, a que ya no vuelva. Que ya dijo que no había nada.
Pero.
El truco en realidad es que no haya un "pero".
Eso, que nunca depende de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario