Estoy segura de que no me considero igual que como tú piensas que soy. Tampoco es que sepa muy bien del todo cómo soy. Lo que sí sé es que no hay nada en el mundo que vaya a cambiar lo que pienso yo de ti. Ni lo que siento. Ni lo que hemos pasado o dejado pasar. Creo que nosotros nunca debimos de acabar, siento opinar distinto a ti, pero es lo que pienso. Porque desde entonces he puesto mi vida patas arriba, como de vez en cuando está mi armario. Y no hay forma de ordenarlo, son demasiadas cosas y no puedo con todo a la vez. Y si cuando empiezo a ordenar mis ideas llegas tú otra vez como un huracán a desordenarlo todo... así no hay manera. Y no es solo eso, es que pensaba que estaba aprendiendo a ser fuerte, y todo eso se ha esfumado también. Ya vuelvo a ser la misma vulnerable de siempre, joder. Pero he de admitir que no me importa del todo. De verdad, lo admito, te echaba de menos a ti y a todo lo que viene contigo. Creo que no conozco a nadie que sea más iluso que yo. Olvidarte, suena tan imposible que no sé ni cómo llegué a pensar que con un poco más de tiempo lo conseguiría. Al menos es lo que dicen por ahí, lo oigo a todas horas, y lo siento pero cada vez me parece más imposible. Y cada vez me siento más idiota. Por eso, y por todo. Por esta mala sensación, por no estar a la altura de nada, por simplemente no hacer las cosas bien. ¿De verdad que todavía no se ha inventado una máquina del tiempo? ¡Que prometo que yo pago por ella lo que sea!
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