Dicen que las causas perdidas no existen, que en realidad
tan solo necesitan que alguien las encuentre y las cause. Como él hizo conmigo. De no haberme encontrado seguiría estando perdida, y de no haberle encontrado, más de lo mismo.
Es sincero, aunque a veces le cuesta decir lo que de verdad en un momento le pasa por la cabeza. También es algo bipolar, pero como todo el mundo, es lo normal. Tiene
mala leche, y a veces actúa sin pensar, pero nunca hace las cosas con maldad.
Siempre quiere hacer lo correcto, que las cosas le salgan bien, y eso en
ocasiones le lleva a unas rayadas incomprensibles para el resto. Él a veces se considera incapaz de conseguir ciertas cosas, por eso de vez en cuando no pone todo de su parte, pero lo que no sabe es que puede
conseguir todo lo que quiera, todo lo que se proponga, empezando por creer en
ello.
Da los abrazos como a mí me gustan, dándome todo su cariño
en ellos. Me encantan, porque es lo único que me tranquiliza. Es tan bueno
conmigo que puede aguantar abrazos infinitamente largos solo para hacerme
sentir mejor, porque sabe que es lo que más me gusta del mundo. Y es que me ahogan de emoción hasta las cosas más pequeñas que hace por mí, así soy. Esas
cosas que no se dicen, que se hacen porque al hacerlas se dicen solas. Y es que
cuando le importas a alguien se nota, así de sencillo.
En el amor al principio es vergonzoso, pero no se arrepiente
de ello. Y puede que un día le notes mal, pero ya te hará saber lo que le pasa,
como siempre hace.
Está loco, pero tiene ese tipo de locura que se requiere
para ser feliz, la locura perfecta.
No dudes en que con él te vas a reír, pero reír hasta que te
duela la barriga, tengas que doblar el cuerpo por la mitad y al día siguiente tengas agujetas. Y las cosquillas.
Si pasa un día sin hacerte unas cosquillas es que algo va mal, porque es otra
de sus especialidades. No para, de verdad que no, y se me escapa una sonrisa
solo de imaginarme a mí misma intentando inútilmente escaparme de sus dedos de
guitarrista. Cómo hace cosquillas hasta que te retuerces
como una lagartija intentado escapar de esas cosquillas, hasta que se te queda
marcada la mueca de la boca al sonreír de tanto hacerlo, no para hasta que no hayas movido cada
uno de los músculos del cuerpo, intentando escapar sin ninguna posibilidad;
hasta que se te salten lágrimas de los ojos, hasta que no puedas parar de reír y se te hayan disparado todas y cada una de las hormonas de la felicidad en tu cuerpo... porque hacer tonterías es una
de sus debilidades. Porque la vida es así, en los momentos de llorar, hay que llorarlo
todo y en los momentos de reír hay que morir de risa. Dicen que nunca se sabe
en qué risa uno se quedará atrapado. Señores, yo ya estoy atrapada en la suya,
aunque no me deje ser a mí la guitarrista, ya encontraré mi oportunidad.
Sabe perfectamente cuando una persona está bien o mal. A
veces puede parecer que todo le da igual, que nada le importa, pero no es así.
Se preocupa de la gente que quiere y se asusta al pensar en la posibilidad de
perderles, como yo. Siempre busca la felicidad, y a veces, como todos, ve la
vida como una mierda, cuando piensa que está todo perdido y no hay nada que hacer. Pero aquí estoy yo,
para recordarle que
son las elecciones que cada uno toma las que determinan la vida de una forma u otra.
Que para algunos la vida se arregla pronto, a corto plazo, pero otros tienen
firmado el contrato a largo plazo. Y por eso, éstos no pueden darse
nunca por vencidos, sino el contrato se iría a la mierda. Todo tiene un porqué
en esta vida, y quizá algún día encontrará la respuesta.
Sabe darme buenos consejos, de cualquier tema. Es ese don
que tan poca gente tiene, de saber siempre lo correcto que decir en todo
momento. Me gusta que esté a mi lado, de verdad.
Tú, recuerda, estaré aquí hasta cuando no tengas ganas de
sonreír.
Seré enana, pero al querer, te quiero a lo grande.
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