Cuando todo está en
calma buscamos un tsunami, no podemos soportar la tranquilidad. Y es
entonces cuando huimos de nosotros mismos, cuando dejamos de comprender.
Salir, olvidar, echar a correr, tal vez a volar, y de nuevo olvidar...
Porque al final lo importante (aun con ganas de asesinar al jodido
pretérito pasado) son las sonrisas que provoca tu presente perfecto.
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