La Navidad depende de cómo la mires: desde la inocente ilusión de un niño, la necesidad de descanso de un currante, o la arrulladora angustia de una persona solitaria. A veces olvidamos que, por desgracia, no lleva de la mano la palabra "Feliz" para todos.
Yo, al igual que la mayoría supongo, la entiendo como esa época del año hecha para reunirse con los tuyos, para estar junto aquellos que quieres y recordar a los que ya no están. Definitivamente, la Navidad está hecha para echar de menos.
Llegar al final de otro año implica recapitular todo lo vivido y hacer balance de daños: los que se fueron después de tanto, los que se quedarán a pesar de tan poco, los de "easy come, easy go", y los que siguen ahí por todo lo vivido. Y caes en la cuenta de que abrazos de más de 30 segundos casi no quedan, que lo mejor de las cañas es el último sorbo, y que no somos conscientes de todo lo que tenemos, por esa estúpida costumbre de centrarnos en lo que nos falta.
Cuida lo que tienes porque quizá un día ya no lo tengas, y una Feliz Navidad para todos.
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