Fue hace un tiempo cuando descubrí Burn de Ellie Goulding. Y me pregunté cómo era posible que no hubiese estado en mi lista de reproducción desde un principio. Es mi nuevo vicio, un empujón para levantarme por las mañanas por el buen rollo que desprende y con la que bailo mientras la cafetera y yo nos ponemos en marcha.
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Es un poco como el amor. Como cuando conoces a alguien y te preguntas cómo has podido pasar toda tu vida sin conocerlo, como si toda tu vida de antes no hubiese tenido ningún tipo de sentido e incluso te planteas si existe un futuro sin él. Y puede durar toda la vida o desvanecerse de la noche a la mañana. Tan rápido como lo que dura una canción.
Pero el problema de los amores con vicio es que acaban todos caducando. Como las canciones. Hasta que un día escuchas una nueva en la radio y la anterior queda en el olvido. Podrás escucharla seis meses después y aún te devolverá una sonrisa porque la asociarás a una etapa de tu vida y de un plumazo todos los recuerdos vendrán a tu mente. Como con el amor. Pero no como todos los amores, hablo de los amores con vicio. También llamados amores inestables, de pasada, de un “ratejo”, amores de cambio, de transición.
¿Pero cómo sabes que esa canción no es más que una mera transición? ¿Y si cuando mañana te pongan a Nervo, The Lumineers o Passenger te olvidas completamente de Burn? Da miedo. Mucho miedo. Pero eso sólo podrás saberlo con el tiempo… cuando pruebes la música house, el rock, el indie… y te des cuenta de que ésta es la única que te llena lo suficiente. Como el Sufre mamón de Hombres G de mi madre o para Justin Bieber (incomprensible aún para mi cabeza) de muchas adolescentes. Como cuando conoces a alguien y lo comparas con el resto del mundo, y así de un plumazo todo lo anterior conocido y vivido se queda en nada.
A veces no necesitas ni escuchar el resto para saber que una destaca por encima de todas; la canción favorita de mi madre sigue siendo de la banda sonora de La vida es bella y no creo que cambie por mucho que siga creciendo. Como las parejas que llevan juntas desde los quince años.
A veces no necesitas ni escuchar el resto para saber que una destaca por encima de todas; la canción favorita de mi madre sigue siendo de la banda sonora de La vida es bella y no creo que cambie por mucho que siga creciendo. Como las parejas que llevan juntas desde los quince años.
Otros necesitan conciertos de Madonna, The Killers y hasta Pablo Alborán para encontrar su estilo. Por eso, hasta que lo encuentres, hasta que des con tu Chiddy, enciende la radio y recopila todo tipo de versiones, acústicas incluidas. Y si mientras estás en ello te aparece, como en mi caso, Burn y con el tiempo confirmas que sigue haciéndote bailar cada mañana, entonces sabrás que has dado con aquello que estabas buscando.
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