lunes, 14 de julio de 2014

Cómo no quererla

Alguien me dijo una vez, seré tu luna para iluminar tus momentos oscuros, cursi sí, pero verdad. Una amiga como pocas. Que siempre esta ahí. Que te dice las verdades a la cara, que te sorprende cuando puede, que tiene un corazón que no le cabe en el pecho. Es la mejor. La puta ama, perdón por la palabra. ¿Sabéis que os digo? Que tengo suerte, suerte de las amigas que tengo, de esta jefa que ha decidido quedarse por mi vida y ayudarme a sacar lo mejor de mi misma. Una tía que vale millones, que muchos quisieran, pero no, sólo ella.
Ella, que me hace reír y llorar de vez en cuando la muy bruta.
Ella, que me hace de madre cuando es necesario y de payaso cuando lo necesito.
Ella, con la que comparto manos a manos, copa en cada una, noche tras noche, baile tras baile.
Ella, que pronto dirigirá una película sobre mi vida y mis problemas, que se los traga como agua la pobre.
Ella, que es como una hermana para mi.
Ella, que me ha enseñado las cosas buenas de la vida, y como sacarle el máximo partido a todo. 
Ella, que también me ha enseñado a cabrearme varias veces en menos de un minuto, pero eso ya es otro tema. 
Ella, que me ha enseñado lo que es el respeto y el cariño, y cómo conseguir siempre lo que se quiere partiendo de una sonrisa. 
Ella, que me obliga a salir de casa para alegrarme el día, o directamente viene a alegrarlo. 
Ella, que me ha enseñado que de malas solo tienes cosas que perder, y que de buenas todo lo que se recibe es estupendo.
Ella, que está siempre ahí.

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