domingo, 18 de noviembre de 2012

INSTRUCCIONES PARA DAR UN ABRAZO:

Cualquiera puede estrecharte entre sus brazos. No hay que ser muy listo, ni muy fuerte, ni muy sabio, ni muy nada. Alguien va, abre sus brazos de par en par y te envuelve de carne y huesos. Y qué. El pavo relleno hace lo mismo y conozco a poca gente ansiosa por meterse dentro.
Desde que encima hay desconocidos que los dan gratis por la calle, el valor del abrazo ha caído en picado. Y la verdad que no me extraña. Puede que algunos abrazos no cuesten dinero, pero lo que sí tienen en común todos los abrazos mal dados es que siempre, a la no tan larga, salen muy caros.
Quizá por eso ninguno de los intentos que he podido leer por ahí, tratando de descifrar la aparentemente sencilla liturgia del acto de abrazarse, me ha ayudado demasiado. Quizás por ello vaya a ser yo el próximo en naufragar.
El abrazo viene a ser a las relaciones humanas lo que el cargador al teléfono móvil. Mejor que nunca te lo dejes en casa, no sea que lo acabes suplicando a las 3 de la mañana ante cualquier recepción de hotel.
Para dar un abrazo en condiciones, en primer lugar, hay que haberlo extrañado mucho, hay que haberlo extrañado bien. Los que no tuvieron tiempo de despedirse saben perfectamente de lo que estoy hablando. Los que nunca se atrevieron a pedirlo, también.
Su significado es siempre el mismo, bajo cualquier circunstancia, en cualquier país, de cualquier lengua, credo o tradición, y parte de la segunda condición fundamental para dar uno como dios manda. Necesitas lo que significa. Y significa, en esencia, que no estás solo.
A partir de aquí, los requisitos se van complicando. Y es que todo depende de tener algo muy fuerte en común. Algo que, de pronto y sin haberlo previsto, sintáis los dos con la misma intensidad. Se trata de un momento, de un solo instante. El tiempo justo para que ese algo tan real y tan verídico no pueda dibujarse con palabras.
No sé si me explico. Pero si eso ocurre, todo cambia. Desde ese momento, abrazarse ya es otra cosa. Estáis atrapando verdades. Una cacería de instantes. Un compresor de realidad. Enzarzarse en las ganas del otro y apretar hasta que se extingan.
Me fascinan los abrazos bien dados. Creo que resultan aún más memorables que cualquier palabra, gesto o relación. La única forma física conocida que tiene el ser humano de parar el tiempo. El único punto y seguido entre todo lo que se puede llegar a sentir.
No sé muy bien por qué hoy me ha dado por hablar de esto. Supongo que porque creo que andamos muy faltos de abrazos reales. O quizás porque a más de uno, hoy le vendría muy bien. 
El caso es que, lamentablemente, a los abrazos les pasa como a los besos, las caricias, los matrimonios, o las patadas en los huevos. Si no los consumas a tiempo, acaban todos caducando.

Pensión Compleja

Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos. Y hablando de ponerse, vete poniéndote cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.
Puedes dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de ganas de no equivocarme otra vez. El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras. Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso. El interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón. No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú.
Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios. Tampoco acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que las mías lo aguantan todo.
Para acabar, te he dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión. Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones, déjalo para el señor Stevenson. El resto, no sé, supongo que está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta alguna neurona por amueblar, y que echas de menos, sobre todo al principio, alguna reforma en fachada y estructura.

Dime que tienes toda la vida, y voy pidiendo presupuestos. Dime que intentaremos toda una vida e iré encofrando mis nunca más.

jueves, 8 de noviembre de 2012

mi casa está donde estés tú

- Si tuviera que elegir un sitio donde vivir sería tu cuarto, porque debajo de tu cama el mundo es tan pequeño que parece que no puede pasar nada más, y a mí no me hace falta que pase nada más si estoy contigo.

- Pero.. ¿por qué estar debajo de mi cama si podemos estar encima?¿Por qué vivir en mi cuarto si podemos estar en nuestra casa?¿Y por qué vivir en este mundo si podemos vivir en nuestra isla desierta?

you

Te quiero, sin reflexionar, inconscientemente, irresponsablemente, espontáneamente, involuntariamente, por instinto, por impulso, irracionalmente. En realidad no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados. Sólo sé que te quiero. Nunca pensé que fueras a ser tú, pero lo eres. Eres tú y tu manera de hacer las cosas. Tu forma de mirarme, tu risa, tus gestos, tu pelo. Porque se me acabaron las excusas, y ya no puedo decir: "Si tu supieras", porque lo sabes, porque me conoces.

Tiene 82 años

82 años cansados evidenciándose en sus arrugas.
Para los demás, es un abuelo más, un hombre mayor sin ningún trasfondo... Pero hay algo... Algo que llamaría la atención a todo aquel que se parara a observable. Cómo la mira. Puede verse cómo le ayuda a bajar del bus y como le abotona la chaqueta para que no coja frío. 
82 años, más de 50 a su lado... y aún la mira como el primer día.
Mientras quede una sola persona en este mundo que ame sin límite de tiempo, mientras quede una sola pareja que rompa todos los esquemas y se amen hasta el final de sus días... No pierdas la esperanza.

un "te quiero"

A veces me paro a pensar todo lo materiales que somos las personas. Materiales como una forma de decirlo, porque no encuentro una palabra que se acerque más a lo que intento decir. A lo mejor egoísta, pero tampoco. Me explico: Cuando tienes a una persona a la que quieres, con la que estás bien y sientes mil y una sensaciones a su lado... sabes que le importas, y aún así, ¿por qué necesitas que te lo diga? Si al darte uno de sus abrazos de esos con los que te transmite todo el amor que tiene dentro, te está demostrando indirectamente que te quiere, incluso más que eso, y aún así, ¿por qué necesitas que te lo diga?
Yo he llegado a la conclusión de que aunque podemos apreciarlo, nos gusta oírlo, nos gusta sentirnos queridos, y que nos lo recuerden. Claro que sabes que te quiere, pero necesitas un "te quiero" para sentirte mejor. Que sí, que yo soy la primera que lo necesita, que no me gusta acabar un día siquiera sin recibir unas palabras así...