sábado, 30 de agosto de 2014

Roma, con amor

Pero, ¿para qué queréis buscar explicaciones si todos los caminos llegan a Roma? Y sabéis perfectamente de lo que hablo, no os hagáis los tontos. Todos sabemos que a Roma se llega por el descampado de al lado de su casa, por la esquina donde quedabais para veros los primeros días, por el bar que ibais cada viernes, por la puerta de su casa, por la playa, por su cama y por la tuya. Por la nieve, por el agua, por cada cena, por cada película y por cualquier lugar por el que pasasteis, porque como ya hemos dicho, nunca es nada como queréis o imagináis, y lo que aún no habéis vivido no es ni bueno ni malo, es el camino.
Pero qué más da que no sea como yo quiero, tú quieres, él quiere, nosotros queremos, vosotros queréis o ellos quieren, si por mucho que intentéis tenerlo todo siempre bajo control os daréis cuenta una y otra vez que nunca estará todo controlado, y os encantará. Porque os gusta el directo e improvisar, sois incapaces de guiaros por todo aquello que un día os enseñaron, os prometisteis o incluso pensasteis decir o hacer.
Que personalmente no soy partidaria de dar explicaciones, pero que en esta vida explicación rima con improvisación, y sin embargo no son sinónimos, pero ambos sabéis que no hay ni habrá nada como el directo de un beso. Si queréis hablamos del primero, y para sumarle puntos y tensión al asunto, os imagino en un ascensor, nunca un viaje fue tan corto eh, o tan largo... eso ya depende de vuestra imaginación.
Que las improvisaciones de vuestro directo continuo son los que un día os harán sonreír, juntos o no, y también os digo que no hay mayor riqueza, tesoro ni patrimonio que un recuerdo bonito, y un día lo veréis porque llegan sin más, sin avisar, nunca hay un porqué para un recuerdo. Pero un día os daréis cuenta de que llamaréis a vuestros recuerdos vida y que será lo único que nadie, jamás, os podrá arrebatar. Bueno, y los besos, eso no tengo ni que decirlo.