lunes, 8 de diciembre de 2014

Atreveté

"Tenemos que atrevernos más y pensarlo menos.
Querernos sin miedo a repetir viejas heridas.
Y si no sale bien, pues no sale.
Y la vida sigue."





jueves, 4 de diciembre de 2014

Casualidades de la vida

"Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando hacia otro lado, distraídos... 
O haber pasado a diferentes horas por el mismo lugar, o no haber pasado nunca... Tuvo 
que haber un "algo", un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, 
entre cientos de millones de habitantes del mundo, tú y yo coincidiéramos 
en el mismo lugar al mismo tiempo."

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Querer

Gratitud. Apreciar. Agradecer. Da igual las palabras que utilices, todas significan lo mismo. Se supone que tenemos que estar siempre contentos. Tenemos que estar agradecidos por los amigos, la familia, felices de estar vivos, nos guste o no. Quizás no tenemos que ser felices siempre. Quizás la gratitud no tiene nada que ver con ello. Puede que estar agradecido signifique reconocer lo que tienes por lo que es. Apreciar las pequeñas victorias. Admirar la lucha que supone el simple hecho de ser humano.
Quizás debemos de estar agradecidos por las cosas familiares que conocemos. Y a lo que mejor damos gracias por las cosas que jamás sabremos. Al final del día, el hecho de que tenemos la valentía suficiente para seguir en pie es razón suficiente para celebrar. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

Nunca será siempre

Érase una vez a historia de un niño y una niña. El niño se llamaba Siempre y era una persona soñadora, aventurera, que creía que todo lo que veía no era todo lo que había en realidad, y que había algún lugar donde las leyendas cobraban sentido. Por contra, estaba Nunca. Nunca era una persona pesimista, una persona realista, una persona que solo se fiaba de aquello que podía comprobar y constatar con sus propios ojos, y que no se creía ni historias ni cuentos, Entonces, llegó un día en que Siempre se acercó a Nunca y le dijo que su mayor sueño en la vida era viajar y llegar hasta el sol. Ella dijo: "no podrás, si saltas te vas a caer, o lo que es peor, si llegas te vas a quemar". Supongo que ella lo que intentaba era ser la cuerda del globo de los pájaros que tenía en la cabeza Siempre, pero tal era el peso de sus sueños y tantos pájaros tenía en la cabeza, que llegó un día en que todos a la vez emprendieron el vuelo y Siempre se perdió en mitad del cielo. 

Hay quien dice que llegó, otros que se cayó, incluso hay quien dice que cumplió su sueño. Pero de todo esto que pasó, Nunca nunca lo supo porque echó raíces en el suelo. 

Y es que si siempre te dices nunca, 
nunca será siempre. 


viernes, 28 de noviembre de 2014

Por ellas

Hoy me apetece brindar por ellas. 

Me apetece pasar 5 minutos dejando de pedirles favores, contarles mis penas o saturarles el móvil con notas de voz de 2 horas.

Pasar 5 minutos simplemente dándoles las gracias.


Me apetece brindar por las que me conocen mejor que yo. Por las que saben lo que voy a decir mucho antes de que lo diga y son capaces de evitar que suelte una de mis joyas antes de haber llegado a articular palabra.

Me apetece brindar por las que no se saben mis mejores historias, no. Las han vivido conmigo.

Me apetece brindar por las que han estado a mi lado en la mitad de los líos en los que me he metido, y en la otra mitad me han metido ellas. 

Por las que se conocen mis gestos (aunque sean frikis) mejor que el abecedario y saben lo que estoy pensando sólo con mirarme 10 segundos.

Por las que les encanta discutir conmigo el gusto con los chicos, que gracias a dios es muy distinto.



Me apetece brindar por las que se alegran conmigo cuando estoy contenta y no dudan en lanzar una copa o dos a la cara de cualquiera que se meta en mi camino. En nuestro camino.

Brindar por las que no son perfectas. Por que no lo somos. Por las que meten la pata una y otra vez, por las que están a mi lado cuando lo hago yo.

Me apetece brindar por las que no son una familia a parte, son parte de mi familia.

Brindar por las que no se cansan nunca de escuchar. A veces la misma historia una y otra vez, pero no, no se cansan de escuchar cuando lo único que necesito es no parar de hablar. 

Por esas que se ríen de mis propósitos de año nuevo y a la vez me hacen sentir que sí, que este año lo consigo.

Brindar por las que acampan en mi cuarto cuando yo aún ni me he enterado de que están en casa, por las que arrasan la despensa, y por las que cuando huele bien desde la cocina gritan un "¡me quedo a cenar!"

Por las que lo dan todo maquillándome en el baño de cualquier discoteca aunque su nivel de embriaguez no les permita mucho más que estar cerca de sacarme un ojo con la raya.

Me apetece brindar por todos sus consejos, y por las que siguen ahí incluso cuando no hago caso a ninguno de ellos.



Me apetece brindar, simplemente por poder contar con ellas. Porque hay pocas cosas más grandes que eso.

Y brindo por tenerlas. Por saber que por mucho que me aleje, por mucho que me pierda y por muchas veces que me equivoque, ellas van a estar ahí cuando decida volver.

Así que hoy brindo por las de siempre, y brindo por el orgullo de poder decir que aunque no tenga lo mejor, definitivamente sé que tengo a las mejores.

"If you have crazy friends, you have everything"


Todo lo que nos queda

Dicen por ahí que hemos perdido la ilusión.

Dicen que nada nos motiva, que nada nos mueve. Que nos hemos vuelto demasiado superficiales como para apreciar la grandeza del mundo que nos rodea.

Dicen que hemos perdido el rumbo. Que vamos de aquí para allá dando tumbos para llegar a una meta que ni si quiera queríamos alcanzar.

Dicen que nada nos llena. Que vivimos enganchados a nuestros vicios que poco a poco nos van consumiendo y terminaran acabando con nosotros.

Dicen que no hay solución. Que estamos, sin duda, completamente perdidos.

Pero yo digo que no.

Yo digo que nos queda nuestra alegría. Nos quedan las ganas de hacer del mundo un sitio mejor.

Nos quedan nuestras ideas, nuestros principios, nos queda nuestro inconformismo. 

Digo que nos queda nuestra fuerza, esa fuerza dentro de cada uno que poco a poco va saliendo para recordarnos que aún nos queda mucho por luchar. Que aún nos queda mucho por vivir.

Porque habremos perdido mucho, habremos dado algunos pasos en la dirección equivocada y nos habrán tenido que recoger del suelo más de una vez, pero yo digo que no.

Digo que no vamos a rendirnos. 

Y es que digo que nos queda, sobre todo, un largo camino por recorrer, y todo el tiempo del mundo para volver a empezar.



viernes, 21 de noviembre de 2014

Suerte

Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control.

La leyenda del hilo rojo

Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique.

Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos. Por eso también el hecho de hacer promesas en algunos países al entrelazar estos dedos con el otro.
La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.
Una de las leyendas sobre este hilo rojo cuenta que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.
Pero la leyenda más popular y la que se recita en casi todos los hogares japoneses a los niños y jóvenes es esta:
– Hace mucho tiempo, un emperador se entero de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenia la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mando traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el emperador le ordeno que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que seria su esposa; la bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevo hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebe en los brazos ofrecía sus productos.
Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invito a ponerse de pie e hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: “Aquí termina tu hilo”,
 pero al escuchar esto , el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja , empujo a la campesina que aun llevaba a su pequeña bebe en los brazos y la hizo caer haciendo que la bebe se hiciera una gran herida en la frente , ordeno a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llego el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entro al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente. Al levantarle el velo vio por primera vez que este hermoso rostro... tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. Una cicatriz que él mismo había provocado al no ver al destino que había pasado frente a él y también nos muestra como los amores destinados son eso, no podemos escapar de la persona que nació para amarnos.

Y siendo menos fantasiosos…
Paulo Coelho dijo: “Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos… Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejará de intentarlo… Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando. Pero les aseguro que no pasarán una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estaban leyendo esto, les ha venido su nombre a la cabeza.
Se librarán de él o de ella, dejarán de sufrir, conseguirán encontrar la paz (le sustituirán por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbarlos. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias”
Recuerda: "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper".

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Soy

Lo que sale cuando no piensas lo que escribes, cuando piensas mientras escribes o escribes mientras piensas, no es comparable con lo que hablas mientras piensas o piensas mientras hablas.

Hoy he aprendido un poco más de mí, hoy mucho más que cualquier otro día (porque siempre aprendes o descubres algo nuevo de ti mismo). 

Resulta que si repartieran cinco premios a las personas más vergonzosas/tímidas de todo el mundo, sin dudarlo yo me llevaría uno. Qué bien por el premio, qué mal por lo que significa.

Y es que es un poco triste no saber describirme delante de los demás, y en cambio poder escribir cientos de miles de veces acerca de cómo soy o de mis circunstancias. Es el gen perdido que se conoce como timidez crónica, que parece ser que no porque te hagas más mayor va a desaparecer, sino al contrario, cada vez influye más el entorno y lo que puedan pensar los demás de ti. Esa es la misión de la querida conciencia, informarte de que te están mirando diez personas y que tienes que demostrar todo tu potencial a través de palabras. Pero para eso ya están mi cara color tomate, mi risa floja y mi voz atropellada soltando palabras sin sentido para recordármelo. 

Si tengo que decir lo que soy, soy el desastre y el olvido en persona.Y aunque no suene muy alentador, así es como me veo yo. 

Soy la que llega tarde a todos lados, la que no sabe ni donde está pinada. Soy mujer de pocas palabras, de pensar más de actuar, de quedarme más dentro de mi cáscara que de saltar fuera, porque me da miedo. No me gusta la gente que se tira flores por tirar, ni la gente que habla por hablar, pero también les envidio porque les sobra eso que se conoce como seguridad en uno mismo, eso que me falta a mi tanto. 

Me vale con ser, ser parte de algo importante. 


Lo bueno es que no todo en esta vida es hablar en alto y para los demás. Lo bueno es que a los que nos cuesta expresarnos, somos más transparentes, a través de los ojos, de las expresiones. Lo que no decimos en palabras lo decimos en emociones. Sobre todo con las palabras de amor, no hace falta decirlas, no es necesario, a veces incluso es mejor no decir nada. Son las que bastante con mirar de esa forma, para saber que están todas ahí. Y en eso, en eso sí que tengo suerte. 

Existe todo tipo de amor en este mundo, pero nunca el mismo dos veces

Supón que nunca encajamos pupilas.
Supón que nunca te dejé quererme, que nunca te dejé nada.
Supón que no te llamé esa noche, y que tú no me viste esa otra.
Supón que vivíamos en el momento correcto, en un mundo de todo menos torcido, en el que se practicaba el pedir permiso antes de pedir perdón y las cosas se arreglaban solas, o realmente no necesitaban arreglarse porque nunca llegaban a romperse del todo. Que quizás la decisión de quedarnos quietos, a ver cuánto tardaba en pasar la tormenta, pudo ser la peor que tomamos. Ingenuos pensábamos que si ignorábamos la lluvia, el granizo y los relámpagos, nos salpicaría todo un poco menos, y no nos dimos cuenta de que el movimiento se demuestra andando.
Supón que no me volvías loca, con idas y venidas. Supón que nunca me propusiste jugar a un escondite diferente, cuando el único que sabía jugar a esa versión eras tú. Imagínate por un segundo que no me dejaba llevar. Imagínate que yo no me vengaba enterrándote en reproches, para luego decirte que era sin querer, disfrazada de indiferencia. A veces me divierto pensando en cómo sería de distinta mi vida si hubiese ido tomando otros caminos, o mejor dicho cómo sería de distinta yo. Siempre me ha gustado la expresión: "las personas nacen, pero también se hacen". Las circunstancias nos van cambiando, pero qué quieres que te diga, nos influye aún más la gente de la que nos rodeamos, y hay cierta personas que dejan un agujero de bala que intentamos cubrir con una triste tirita.
Supón que era inmune a ti, que no regresaba mil y una veces, que las excusas no me ahogaban. Que no tropezaba cincuenta veces. Con cada pie. Que no te besaba con la mirada ni te odiaba profundamente con los labios. Que no nos deshacíamos con la vergüenza. Que en cada “te va a gustar esta canción” tuyo no había un mensaje encubierto, y además de los permanentes que se quedan descaradamente arraigados en la memoria para no irse. Que en cada volver a empezar de cero, no creábamos una versión nueva del desastre anterior, de esos que todo el mundo criticaba (y envidiaba) pero no entendía. Que no convencías a los meses para que pasasen volando.
Que quizás hoy, por mi salud mental, necesitaba desvariar un rato, aunque fuese sólo una última vez y que mañana siempre llega demasiado tarde. Que en mi desorden, encuentro orden, y eso es lo que me gusta de él. Que puede que hubiese pasos que nos alejaban el uno del otro, pero inevitablemente nos acercaban a algo mejor.
Que lo de siempre sabía como nunca.
Supón que no nos matamos de tanto intentarlo, que no nos desgastamos hasta odiarnos. Que no cruzamos en rojo, de la mano y sin mirar. Supón que fue fácil, como en esas películas absurdas de amor que íbamos a ver al cine con la esperanza de que algo se nos pegase.
Sólo supón que nunca pasó y que ahora no soy un trofeo más en tu estantería de memorias pasadas.
Supón que lo importante no estaba en las despedidas, que en realidad nos gustaba quedarnos con sabor amargo, que la paz estaba sobrevalorada y éramos amantes de guerras infinitas.

Sólo supón por un instante que no fui tu rutina preferida.
Que no llevábamos más de un suspenso en esta asignatura.
Que no viniste para quedarte, y nunca te acabaste de marchar.
Que esas palabras nunca fueron las que se dispararon.
Que de pronto todo era lo que parecía.
Sólo por un segundo, por favor, suponlo.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Viviendo en gerundio

Lo mejor ni ha pasado, ni está por venir, está pasando. Aquí sin ver mi huella o el siguiente paso ando, el ayer querer añora y el mañana condiciona. En cambio, vivo el instante antes de después, después de antes, el eterno presente, el durante y lo que va durando. El momento previo a luego sin recuerdo previo estrena a diario un día nuevo sin fecha de embargo. 

Viviendo en gerundio sin recambio, haciendo lo que otros desean, intentar, intentar, intentarlo. A la voz de ya, a la vez un breve rato. En el segundo y su retrato de lo inmediato. Un inventario de primeras sensaciones, sin previsiones, sin prejuicios, sin suposiciones... Lo necesario. Salirme hasta de los renglones, con primeras impresiones sin efectos secundarios.

No viviré con la fuerza de la costumbre, ni con la de la incertidumbre. No seré servidumbre de un tiempo tirano y déspota que vuela y que se escapa como arena de un reloj que no espera. El día de hoy no se volverá a repetir jamás, la vida es tan corta que se va y no da para más. O la vives o te vive. O la vives o te olvida, porque hay quien se acuerda tarde de cómo vivirla. Ya no caerá esa breva de que es breve. El tiempo corre, sí, pero lo justo si se quiere. No condicionará el presente de un pasado que pasó, por un futuro en el que a lo mejor ni se convierte. 

Gastaré días, gastaré noches, buscando y encontrando tiempo, porque perderlo es el mayor de los derroches, y el mañana solo un adverbio.

Hoy voy a hacer que pase y no va a pasar. Hoy voy a hacer que pase y así pasará. Hoy voy a hacer que pase todo excepto el tiempo.

A mi yo de ayer:

Tú a mí no me conoces, aunque yo a ti sí, como la palma de mi mano. Y sé que tendrás muchas preguntas, y muy pocas certezas, así que... 

Me pregunto si me oyes todavía, si queda algo de ti en mi lejanía. Yo que soy el fruto de tus fallos y virtudes, tus derrotas y victorias, tus aciertos y manías, la suma de tus noches y reproches de tus días, la resta de tus gestas, de tus idas y venidas. Por si me contestas a preguntas con preguntas te diré que hay respuestas que no serán respondidas. Que sepas que la ira caduca pero contamina, que no hay camino sino estela de los que caminan sin quitamiedos. Que te podrás llevar el palo de tu vida o llegar a donde nadie llegó ni en sus sueños. No hay imposibles, solo improbables, para que cobardes no se atrevan presos por el miedo. No dejes que nadie te diga que no hagas esto, aquello, que no sirves ni que vales, porque vales más que ellos. 

No quieras compararte, nunca es demasiado tarde para que alguien rectifique.

Que la gente ya no busca espejos donde mirarse, solo malos ejemplos que los justifiquen. Que la línea que más cuides sea la de tu sonrisa, y que sea más curva cuanto más la cuides. Y que todo el que te mire vea que la vida se mide en los momentos en los que te sientes vivo, así que ¡vive!

Lo siento si no fui lo que quisiste ser, te juro que lo hice lo mejor que supe hacer. Intenté crecer feliz en este mundo cruel, quise cambiar el planeta y llevarlo al papel, aunque si hago mala letra para hacer el bien, esto sé que no es gran cosa, pero has de saber que el día de mañana podrás conocer mi bien.

Trata de decir siempre lo que sientes, siempre lo que pienses realmente. No digas todo lo que piensas, pero piensa todo lo que dices. Diferencia entre gente normal y la corriente. Que los amigos y amores vienen y van, pero solo los verdaderos al final se quedan. Que jamás cambies lo que más ames en vida por lo que en el momento deseas, se pasa, y la vida es pasajera. 

No prometas feliz, no respondas enfadado, ni decidas con el día gris. Perdona rápido, agradece lento. Quiere de verdad contento y nunca dejes que no te vean reír. Duerme menos y sueña más, sueña despierto, con ojos abiertos los sueños se hacen realidad. Que las mejores cárceles no tienen vallas y los peores ángeles no tienen alas, pero saben volar.

No des nada por supuesto, siempre se está a tiempo para esbozar un 'perdón, lo siento'. Que perder es otra forma de ganar, que en este mundo superficial lo que importa está cubierto. Que no hay dolor ni error que no enriquezca, como la piedra con la que tropiezas y repites. Por eso pide que te quieran cuando menos lo merezcas, posiblemente sea cuando más lo necesites.
Que quien te quiere también daña, que hay miradas que lo dicen todo y ojos que no dicen nada. Que se coge antes al cojo, ya que un mentiroso también es hombre de palabra. Que la apariencia engaña, que a veces la mayor sonrisa esconde tras de sí una doble cara. Que todo lo bueno y lo malo se acaba, por eso disfruta como si no hubiera mañana.


Y sí, sé que podría decirte el número premiado de la lotería, o incluso decirte cuál de los hombres será el único que te acompañará el resto de tu vida, pero ni yo misma lo sé, y si te lo dijese no llegarías a ser yo. Así que quiere, déjate querer, supera, disfruta, aprende, que todo llega.



domingo, 2 de noviembre de 2014

microcuento

    Quería decirte algo
    No sé si debo
    ¿Recuerdas aquel día?
    Pues desde ese día


Esto te cuento


     Que conquistaste mi sur,
que perdí mi norte.

Que me revolviste 
hasta desorientarme.

Que no me diste la brújula
para orientarme. 

Que me da igual, 
pero que sea mentira. 

Que no te hable, 
pero que no te olvide. 

              Que no. 
                    
             Que nada. 


Nunca sabes, nunca





"Porque nunca sabes si el día que llegues a tu destino te pasará como Colón y que, queriendo descubrir las Indias, acabes por encontrar América."

domingo, 12 de octubre de 2014

De tantas cosas se aprende...

Al amor de vuestra vida.
Por todas esas veces que se te olvidó darle los buenos días, por las veces que discutisteis porque vio el wassap y no os contestó, y por todas esas veces en las que las “buenas noches” fueron una manera de zanjar la conversación.
Este mensaje es por todos esos años en los que hemos vivido engañados. Pensando que nuestro príncipe azul iba a plantarse delante de nuestra puerta. Puto Disney. Porque nadie nos dijo que las cosas iban a ser un poquito más complicadas que en las películas. Que para conquistarte no van a enviarte doce ramos de doce rosas, y que tampoco iba a ser necesario.
Por toda esa gente que te ha aconsejado con quien puedes y con quien no puedes estar. Por todos esos consejos que, buenos o malos, has dejado atrás. Porque, al final, uno no puede evitar volver a llamarle. Aunque tú le dirías lo mismo a tu amiga, porque tu amigo se está arrastrando y ella se está riendo de él, porque él ha estado con demasiadas y lo saben todos menos tú. Por ese tipo de ocasiones, en las que las cosas se te van de las manos, por las que contestas en caliente y en frío no sabes cómo olvidarlas.
Por esas tardes de película y manta que valen más que cien viajes por el mundo. Porque hay mil maneras de arreglarte el día y se las conoce todas. No sabes cómo, pero lo hace. Y tampoco conoce nadie mejor que esa persona, como amargarte el día, la semana, o el año. Pero no la vida, porque eso sólo lo sabes tú.
Siempre nos lo decimos, acabarás con quien menos te lo esperes. Mucho mejor, las cosas planeadas suelen salir mal. Mejor darse a la improvisación.
 Pensar tanto para unas cosas y tan poco para otras. Y no sabes cómo pero siempre se te ocurre la mejor respuesta cuando lo piensas en casa un par de horas después. Cuántas veces te has callado, o has hablado demasiado. Cuántas veces te ha podido el orgullo. Ay, el orgullo. Cuántas veces sientes que diste demasiado y recibiste tan poco, o al revés. Qué facilidad para rendirse. Muchos dicen que los tiempos que corren son los peores para el amor. Que ya no se saca a bailar. No lo creo, porque estoy segura que más de una ha llorado con esas proposiciones tan bonitas que hay en Youtube. Porque no hace falta un velero en medio del Mediterráneo con fuegos artificiales. Y nunca he bailado muy bien.

Y porque cada uno demuestra las cosas a su manera, cara a cara o con iconos del móvil. Pero lo que está claro, es que muchas veces no se demuestra nada, y por eso mientras has leído esto has pensado en alguien.
Os habéis equivocado de amor de vuestra vida muchas veces. Y eso está bien.

Donde empiezan los cambios

"¿Quién determina cuando lo antiguo acaba y empieza lo nuevo? No es un día en el calendario, ni un cumpleaños, ni un año nuevo. Es un evento, grande o pequeño. Algo que nos cambia. Algo que nos da esperanza. Una nueva forma de vivir y de ver el mundo, soltando las viejas costumbres y memorias. Lo importante es que nunca dejemos de creer que podemos tener un nuevo comienzo. También es importante recordar que, entre todo lo malo y difícil, hay algunas cosas que siempre merecen la pena guardar."

Las cicatrices invisibles

Te hicieron daño. Sin causas, sin motivos, sin expectativas. Sucedió y, desde entonces, sin querer, como acto reflejo, como muralla para tu castillo, no eres la misma persona. Tienes las puertas cerradas. Y lo entiendo.
A todos nos han hecho daño alguna vez. Y te sueltan esa frase de que el dolor nos hace fuertes, pero tú no quieres ser fuerte, sólo quieres que pare. Quieres acabar con esa realidad que te presiona el pecho unos segundos después de despertar, cuando todos los recuerdos nublan tu mente una vez más. Siempre presentes. Siempre presentes. Siempre presentes. Como tu canción favorita sonando en el tocadiscos una y otra vez hasta que se raya. Y en ese momento, en el que la calma del sueño te abandona para caer de golpe en la realidad, ese momento es eterno. Y, por cierto, es una mierda.
No te lo esperabas, pero te hicieron daño. Tú diste todo o estabas dispuesto a darlo. Por qué. Confiabas en esa persona, nunca te lo hubieras esperado y, desde luego, jamás se lo hubieras hecho tú. Por qué. No lo sé, probablemente ella tampoco y, también, probablemente si hubiera podido escoger, no lo hubiera hecho. Pero así somos, jodídamente imperfectos, carne y hueso, arrasando con lo que encontramos a nuestro paso. Como un huracán, sin calma. Pero por mucho que nos moleste, si tiene solución, ¿de qué te preocupas? Y, sino la tiene, lo mismo te digo, ¿qué va a cambiar las cosas? Que vayas por ahí con la cabeza hundida entre los hombros no va a hacer que un dios se dé cuenta de que estás ahí y te compense por esos años y años de decepciones. Que te metas en la cama y te tapes con las sábanas no va hacer que, cuando te destapes, te encuentres en el mismo lugar, en la misma situación. Que nada haya cambiado. Que todo siga igual. El tiempo de la tormenta lo escoges tú y tus ganas de encontrar la calma. No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante.
Y después de todo ese dolor, cuando ya no lloras, y la presión del pecho disminuye. Cuando esa persona deja de importante y sólo quedas tú, ya no eres el mismo. Y no te culpo, porque todo lo que pensabas se echó a perder, y tu mundo de princesas y castillos encantados se convirtió en un cuento de niñas. Y lo es, porque la verdad muchas veces hace daño, y eso está bien. La verdad tiene que doler de vez en cuando. Hacer oídos sordos a nuestros problemas, dar de lado a personas que te quieren quitar la venda, no vale de nada. Después de ese dolor, lo único que tienes es a ti, y a todas las personas que dejes entrar en tu vida, y eso es más de lo que ninguno podríamos desear jamás. Tienes la llave de las puertas de tu vida, tú decides a quien invitas. Eso no te lo podrá arrebatar nadie, nunca. Y, si lo intenta, no pierdas el tiempo con una persona así.
Y ya no eres el mismo. Con pies de plomo te dicen muchos. Un cuerpo lleno de cicatrices invisibles que, de vez en cuando, sangran. Tienen razón, arriesgarte a ser decepcionado de nuevo es un riesgo innecesario. Para qué, les dices tú. Y te alejas, de todas esas personas que pueden darte tanto. Eres más frío, desconfiado, más insensible, más inaccesible. Eres imbécil, porque te diré algo, te estás equivocando.
Te quedan muchas decepciones por vivir, muchas lágrimas que derramar, y muchos chascos que llevarte. Y puedes hacerlo sólo o en compañía. Si crees que alejándote del mundo va a hacer que te sientas mejor, estás muy lejos de la verdad y, por cierto, estás siendo ridículo. Estás malgastando mucho tiempo, y créeme, no nos sobra. Te quedan muchas cosas que compartir y mucha gente a la que conocer, a la que harás mucho daño. Y tal vez, cuando ellos lean estás palabras estarán pensando en ti. No le cierres las puertas de tu vida, porque seguramente es una persona increíble que te estás perdiendo. No vayas con miedo, no controles tus ganas de darle un beso, de contarle tus secretos inconfesables o parecer ridícula de vez en cuando. No vivas con pies de plomo, es una carga innecesaria.




PD: Date una oportunidad y sino, una buena hostia, al fin y al cabo de vez en cuando nos viene bien.

martes, 7 de octubre de 2014

Lo que te dejaste

Me quedo con la vez que me dijo que era grande, que tenía la sonrisa más pura y que mis ojos eran el mejor reflejo de los atardeceres que sigo viendo. Pero sin él. Me quedo con aquel momento que me miró arqueando una ceja, dando por hecho que estaba loca. Con los viajes que planeamos y los que no hicimos en su coche. Con la vez que no fuimos a la playa y con la promesa de dar la vuelta al mundo que no cumpliremos. 

Con sus muecas y su risa cuando yo decía algo que no tenía nada de gracia, con su manera de atiborrarse de comida y con esa canción. Tú sabes cuál es. Con las fotos que nunca nos hicimos y con la forma tan ridícula que tenía de imitarme. Con las camisetas que le quedaban demasiado bien y su sudadera favorita que también era la mía.
Con los colmillitos que aparecían con esa sonrisa que me volvía loca y con sus ojos que se veían aún más bonitos mientras dormía. Con la primera vez que lo vi dormir y escuchamos de fondo “Quién me ha robado el mes de abril” y nos echamos a reír. Con mi abril de ese año del que él se adueñó.
Y con esos benditos días de verano y los días tachados del calendario con ganas. Con los días que pasamos a cientos de kilómetros, los que pasamos a centímetros y los que sólo nosotros sabemos que pasábamos. Con ese techito de estrellas.
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Siempre me quedaré con las contadas veces que me besaba el cuello, la manía de echarme el pelo hacia atrás. Y con las idas y venidas. Con la vez que me cogió a hombros en medio de toda la gente y también cuando bailamos ese baile raro en medio de un bosque. Con sus reflexiones que me fascinaban, con las noches que nos escapábamos muy cerca de casa y los días que estábamos a muchos metros de altura. Que no fueron pocos.
Con el día que pude darle dos besos sabiendo lo que ya no éramos y con las palabras que me hicieron saber que podríamos volver a ser.
Me quedo con la hipótesis de una vida a su lado que siempre supe que me encantaría.


sábado, 30 de agosto de 2014

Roma, con amor

Pero, ¿para qué queréis buscar explicaciones si todos los caminos llegan a Roma? Y sabéis perfectamente de lo que hablo, no os hagáis los tontos. Todos sabemos que a Roma se llega por el descampado de al lado de su casa, por la esquina donde quedabais para veros los primeros días, por el bar que ibais cada viernes, por la puerta de su casa, por la playa, por su cama y por la tuya. Por la nieve, por el agua, por cada cena, por cada película y por cualquier lugar por el que pasasteis, porque como ya hemos dicho, nunca es nada como queréis o imagináis, y lo que aún no habéis vivido no es ni bueno ni malo, es el camino.
Pero qué más da que no sea como yo quiero, tú quieres, él quiere, nosotros queremos, vosotros queréis o ellos quieren, si por mucho que intentéis tenerlo todo siempre bajo control os daréis cuenta una y otra vez que nunca estará todo controlado, y os encantará. Porque os gusta el directo e improvisar, sois incapaces de guiaros por todo aquello que un día os enseñaron, os prometisteis o incluso pensasteis decir o hacer.
Que personalmente no soy partidaria de dar explicaciones, pero que en esta vida explicación rima con improvisación, y sin embargo no son sinónimos, pero ambos sabéis que no hay ni habrá nada como el directo de un beso. Si queréis hablamos del primero, y para sumarle puntos y tensión al asunto, os imagino en un ascensor, nunca un viaje fue tan corto eh, o tan largo... eso ya depende de vuestra imaginación.
Que las improvisaciones de vuestro directo continuo son los que un día os harán sonreír, juntos o no, y también os digo que no hay mayor riqueza, tesoro ni patrimonio que un recuerdo bonito, y un día lo veréis porque llegan sin más, sin avisar, nunca hay un porqué para un recuerdo. Pero un día os daréis cuenta de que llamaréis a vuestros recuerdos vida y que será lo único que nadie, jamás, os podrá arrebatar. Bueno, y los besos, eso no tengo ni que decirlo.

martes, 29 de julio de 2014

Once in a lifetime

The best kind of people are the ones that come into your life, and make you see the sun where you once saw clouds. The people that believe in you so much, you start to believe in you too. The people that love you, simply for being you. 

The once in a lifetime kind of people. 


Mis-tus-nuestros recuerdos

Y creo que nos acojona demasiado encariñarnos con alguien por si algún día se va y nos deja con esa mierda llamada recuerdos. Pero también creo que es mejor querer y después perder, que nunca haber querido.


"If you never try, you'll never know"



domingo, 27 de julio de 2014

El viaje sin retorno

No podría decirte qué momento, qué lugar, qué mirada o qué palabra sirvieron de base. Hace ya demasiado tiempo. Lo que sí sé decirte es que para cuando me di cuenta ya estaba metida hasta el cuello.

La gente dice "hay muchos peces en el mar", pero que os jodan, él era mi mar.


Fue ese viaje que debí dejar pasar, esa sonrisa de la que no me debí de enamorar, ese pasatiempos con el que no debí jugar. Que su entrega fue lo mejor que hasta el momento había conquistado, no lo negaré, pero no me advirtió que era un arma de doble filo. Que las comparaciones son odiosas pero no puedo evitarlo, y seguiré pecando de medirle respecto a otros, aunque sea para bien.
Nuestro problema no fue lo que callamos, sino precisamente lo que dijimos. La sinceridad la sobrevaloramos de tal forma que nos catapultó a la mayor de las mentiras.


Indecisión

Con demasiada frecuencia, la cosa que más deseas es precisamente la que no puedes tener. Desear nos rompe. Nos desgasta. Desear puede destrozar tu vida. Pero, por muy duro que sea desear algo, las personas que más sufren son aquellas que no saben lo que quieren.