sábado, 29 de noviembre de 2014

Nunca será siempre

Érase una vez a historia de un niño y una niña. El niño se llamaba Siempre y era una persona soñadora, aventurera, que creía que todo lo que veía no era todo lo que había en realidad, y que había algún lugar donde las leyendas cobraban sentido. Por contra, estaba Nunca. Nunca era una persona pesimista, una persona realista, una persona que solo se fiaba de aquello que podía comprobar y constatar con sus propios ojos, y que no se creía ni historias ni cuentos, Entonces, llegó un día en que Siempre se acercó a Nunca y le dijo que su mayor sueño en la vida era viajar y llegar hasta el sol. Ella dijo: "no podrás, si saltas te vas a caer, o lo que es peor, si llegas te vas a quemar". Supongo que ella lo que intentaba era ser la cuerda del globo de los pájaros que tenía en la cabeza Siempre, pero tal era el peso de sus sueños y tantos pájaros tenía en la cabeza, que llegó un día en que todos a la vez emprendieron el vuelo y Siempre se perdió en mitad del cielo. 

Hay quien dice que llegó, otros que se cayó, incluso hay quien dice que cumplió su sueño. Pero de todo esto que pasó, Nunca nunca lo supo porque echó raíces en el suelo. 

Y es que si siempre te dices nunca, 
nunca será siempre. 


viernes, 28 de noviembre de 2014

Por ellas

Hoy me apetece brindar por ellas. 

Me apetece pasar 5 minutos dejando de pedirles favores, contarles mis penas o saturarles el móvil con notas de voz de 2 horas.

Pasar 5 minutos simplemente dándoles las gracias.


Me apetece brindar por las que me conocen mejor que yo. Por las que saben lo que voy a decir mucho antes de que lo diga y son capaces de evitar que suelte una de mis joyas antes de haber llegado a articular palabra.

Me apetece brindar por las que no se saben mis mejores historias, no. Las han vivido conmigo.

Me apetece brindar por las que han estado a mi lado en la mitad de los líos en los que me he metido, y en la otra mitad me han metido ellas. 

Por las que se conocen mis gestos (aunque sean frikis) mejor que el abecedario y saben lo que estoy pensando sólo con mirarme 10 segundos.

Por las que les encanta discutir conmigo el gusto con los chicos, que gracias a dios es muy distinto.



Me apetece brindar por las que se alegran conmigo cuando estoy contenta y no dudan en lanzar una copa o dos a la cara de cualquiera que se meta en mi camino. En nuestro camino.

Brindar por las que no son perfectas. Por que no lo somos. Por las que meten la pata una y otra vez, por las que están a mi lado cuando lo hago yo.

Me apetece brindar por las que no son una familia a parte, son parte de mi familia.

Brindar por las que no se cansan nunca de escuchar. A veces la misma historia una y otra vez, pero no, no se cansan de escuchar cuando lo único que necesito es no parar de hablar. 

Por esas que se ríen de mis propósitos de año nuevo y a la vez me hacen sentir que sí, que este año lo consigo.

Brindar por las que acampan en mi cuarto cuando yo aún ni me he enterado de que están en casa, por las que arrasan la despensa, y por las que cuando huele bien desde la cocina gritan un "¡me quedo a cenar!"

Por las que lo dan todo maquillándome en el baño de cualquier discoteca aunque su nivel de embriaguez no les permita mucho más que estar cerca de sacarme un ojo con la raya.

Me apetece brindar por todos sus consejos, y por las que siguen ahí incluso cuando no hago caso a ninguno de ellos.



Me apetece brindar, simplemente por poder contar con ellas. Porque hay pocas cosas más grandes que eso.

Y brindo por tenerlas. Por saber que por mucho que me aleje, por mucho que me pierda y por muchas veces que me equivoque, ellas van a estar ahí cuando decida volver.

Así que hoy brindo por las de siempre, y brindo por el orgullo de poder decir que aunque no tenga lo mejor, definitivamente sé que tengo a las mejores.

"If you have crazy friends, you have everything"


Todo lo que nos queda

Dicen por ahí que hemos perdido la ilusión.

Dicen que nada nos motiva, que nada nos mueve. Que nos hemos vuelto demasiado superficiales como para apreciar la grandeza del mundo que nos rodea.

Dicen que hemos perdido el rumbo. Que vamos de aquí para allá dando tumbos para llegar a una meta que ni si quiera queríamos alcanzar.

Dicen que nada nos llena. Que vivimos enganchados a nuestros vicios que poco a poco nos van consumiendo y terminaran acabando con nosotros.

Dicen que no hay solución. Que estamos, sin duda, completamente perdidos.

Pero yo digo que no.

Yo digo que nos queda nuestra alegría. Nos quedan las ganas de hacer del mundo un sitio mejor.

Nos quedan nuestras ideas, nuestros principios, nos queda nuestro inconformismo. 

Digo que nos queda nuestra fuerza, esa fuerza dentro de cada uno que poco a poco va saliendo para recordarnos que aún nos queda mucho por luchar. Que aún nos queda mucho por vivir.

Porque habremos perdido mucho, habremos dado algunos pasos en la dirección equivocada y nos habrán tenido que recoger del suelo más de una vez, pero yo digo que no.

Digo que no vamos a rendirnos. 

Y es que digo que nos queda, sobre todo, un largo camino por recorrer, y todo el tiempo del mundo para volver a empezar.



viernes, 21 de noviembre de 2014

Suerte

Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuántas cosas se escapan a nuestro control.

La leyenda del hilo rojo

Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique.

Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos. Por eso también el hecho de hacer promesas en algunos países al entrelazar estos dedos con el otro.
La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento. El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.
Una de las leyendas sobre este hilo rojo cuenta que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.
Pero la leyenda más popular y la que se recita en casi todos los hogares japoneses a los niños y jóvenes es esta:
– Hace mucho tiempo, un emperador se entero de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenia la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mando traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el emperador le ordeno que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que seria su esposa; la bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevo hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebe en los brazos ofrecía sus productos.
Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invito a ponerse de pie e hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: “Aquí termina tu hilo”,
 pero al escuchar esto , el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja , empujo a la campesina que aun llevaba a su pequeña bebe en los brazos y la hizo caer haciendo que la bebe se hiciera una gran herida en la frente , ordeno a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos años después, llego el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entro al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente. Al levantarle el velo vio por primera vez que este hermoso rostro... tenía una cicatriz muy peculiar en la frente. Una cicatriz que él mismo había provocado al no ver al destino que había pasado frente a él y también nos muestra como los amores destinados son eso, no podemos escapar de la persona que nació para amarnos.

Y siendo menos fantasiosos…
Paulo Coelho dijo: “Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos… Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejará de intentarlo… Se rendirán y buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando. Pero les aseguro que no pasarán una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estaban leyendo esto, les ha venido su nombre a la cabeza.
Se librarán de él o de ella, dejarán de sufrir, conseguirán encontrar la paz (le sustituirán por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbarlos. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias”
Recuerda: "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper".

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Soy

Lo que sale cuando no piensas lo que escribes, cuando piensas mientras escribes o escribes mientras piensas, no es comparable con lo que hablas mientras piensas o piensas mientras hablas.

Hoy he aprendido un poco más de mí, hoy mucho más que cualquier otro día (porque siempre aprendes o descubres algo nuevo de ti mismo). 

Resulta que si repartieran cinco premios a las personas más vergonzosas/tímidas de todo el mundo, sin dudarlo yo me llevaría uno. Qué bien por el premio, qué mal por lo que significa.

Y es que es un poco triste no saber describirme delante de los demás, y en cambio poder escribir cientos de miles de veces acerca de cómo soy o de mis circunstancias. Es el gen perdido que se conoce como timidez crónica, que parece ser que no porque te hagas más mayor va a desaparecer, sino al contrario, cada vez influye más el entorno y lo que puedan pensar los demás de ti. Esa es la misión de la querida conciencia, informarte de que te están mirando diez personas y que tienes que demostrar todo tu potencial a través de palabras. Pero para eso ya están mi cara color tomate, mi risa floja y mi voz atropellada soltando palabras sin sentido para recordármelo. 

Si tengo que decir lo que soy, soy el desastre y el olvido en persona.Y aunque no suene muy alentador, así es como me veo yo. 

Soy la que llega tarde a todos lados, la que no sabe ni donde está pinada. Soy mujer de pocas palabras, de pensar más de actuar, de quedarme más dentro de mi cáscara que de saltar fuera, porque me da miedo. No me gusta la gente que se tira flores por tirar, ni la gente que habla por hablar, pero también les envidio porque les sobra eso que se conoce como seguridad en uno mismo, eso que me falta a mi tanto. 

Me vale con ser, ser parte de algo importante. 


Lo bueno es que no todo en esta vida es hablar en alto y para los demás. Lo bueno es que a los que nos cuesta expresarnos, somos más transparentes, a través de los ojos, de las expresiones. Lo que no decimos en palabras lo decimos en emociones. Sobre todo con las palabras de amor, no hace falta decirlas, no es necesario, a veces incluso es mejor no decir nada. Son las que bastante con mirar de esa forma, para saber que están todas ahí. Y en eso, en eso sí que tengo suerte. 

Existe todo tipo de amor en este mundo, pero nunca el mismo dos veces

Supón que nunca encajamos pupilas.
Supón que nunca te dejé quererme, que nunca te dejé nada.
Supón que no te llamé esa noche, y que tú no me viste esa otra.
Supón que vivíamos en el momento correcto, en un mundo de todo menos torcido, en el que se practicaba el pedir permiso antes de pedir perdón y las cosas se arreglaban solas, o realmente no necesitaban arreglarse porque nunca llegaban a romperse del todo. Que quizás la decisión de quedarnos quietos, a ver cuánto tardaba en pasar la tormenta, pudo ser la peor que tomamos. Ingenuos pensábamos que si ignorábamos la lluvia, el granizo y los relámpagos, nos salpicaría todo un poco menos, y no nos dimos cuenta de que el movimiento se demuestra andando.
Supón que no me volvías loca, con idas y venidas. Supón que nunca me propusiste jugar a un escondite diferente, cuando el único que sabía jugar a esa versión eras tú. Imagínate por un segundo que no me dejaba llevar. Imagínate que yo no me vengaba enterrándote en reproches, para luego decirte que era sin querer, disfrazada de indiferencia. A veces me divierto pensando en cómo sería de distinta mi vida si hubiese ido tomando otros caminos, o mejor dicho cómo sería de distinta yo. Siempre me ha gustado la expresión: "las personas nacen, pero también se hacen". Las circunstancias nos van cambiando, pero qué quieres que te diga, nos influye aún más la gente de la que nos rodeamos, y hay cierta personas que dejan un agujero de bala que intentamos cubrir con una triste tirita.
Supón que era inmune a ti, que no regresaba mil y una veces, que las excusas no me ahogaban. Que no tropezaba cincuenta veces. Con cada pie. Que no te besaba con la mirada ni te odiaba profundamente con los labios. Que no nos deshacíamos con la vergüenza. Que en cada “te va a gustar esta canción” tuyo no había un mensaje encubierto, y además de los permanentes que se quedan descaradamente arraigados en la memoria para no irse. Que en cada volver a empezar de cero, no creábamos una versión nueva del desastre anterior, de esos que todo el mundo criticaba (y envidiaba) pero no entendía. Que no convencías a los meses para que pasasen volando.
Que quizás hoy, por mi salud mental, necesitaba desvariar un rato, aunque fuese sólo una última vez y que mañana siempre llega demasiado tarde. Que en mi desorden, encuentro orden, y eso es lo que me gusta de él. Que puede que hubiese pasos que nos alejaban el uno del otro, pero inevitablemente nos acercaban a algo mejor.
Que lo de siempre sabía como nunca.
Supón que no nos matamos de tanto intentarlo, que no nos desgastamos hasta odiarnos. Que no cruzamos en rojo, de la mano y sin mirar. Supón que fue fácil, como en esas películas absurdas de amor que íbamos a ver al cine con la esperanza de que algo se nos pegase.
Sólo supón que nunca pasó y que ahora no soy un trofeo más en tu estantería de memorias pasadas.
Supón que lo importante no estaba en las despedidas, que en realidad nos gustaba quedarnos con sabor amargo, que la paz estaba sobrevalorada y éramos amantes de guerras infinitas.

Sólo supón por un instante que no fui tu rutina preferida.
Que no llevábamos más de un suspenso en esta asignatura.
Que no viniste para quedarte, y nunca te acabaste de marchar.
Que esas palabras nunca fueron las que se dispararon.
Que de pronto todo era lo que parecía.
Sólo por un segundo, por favor, suponlo.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Viviendo en gerundio

Lo mejor ni ha pasado, ni está por venir, está pasando. Aquí sin ver mi huella o el siguiente paso ando, el ayer querer añora y el mañana condiciona. En cambio, vivo el instante antes de después, después de antes, el eterno presente, el durante y lo que va durando. El momento previo a luego sin recuerdo previo estrena a diario un día nuevo sin fecha de embargo. 

Viviendo en gerundio sin recambio, haciendo lo que otros desean, intentar, intentar, intentarlo. A la voz de ya, a la vez un breve rato. En el segundo y su retrato de lo inmediato. Un inventario de primeras sensaciones, sin previsiones, sin prejuicios, sin suposiciones... Lo necesario. Salirme hasta de los renglones, con primeras impresiones sin efectos secundarios.

No viviré con la fuerza de la costumbre, ni con la de la incertidumbre. No seré servidumbre de un tiempo tirano y déspota que vuela y que se escapa como arena de un reloj que no espera. El día de hoy no se volverá a repetir jamás, la vida es tan corta que se va y no da para más. O la vives o te vive. O la vives o te olvida, porque hay quien se acuerda tarde de cómo vivirla. Ya no caerá esa breva de que es breve. El tiempo corre, sí, pero lo justo si se quiere. No condicionará el presente de un pasado que pasó, por un futuro en el que a lo mejor ni se convierte. 

Gastaré días, gastaré noches, buscando y encontrando tiempo, porque perderlo es el mayor de los derroches, y el mañana solo un adverbio.

Hoy voy a hacer que pase y no va a pasar. Hoy voy a hacer que pase y así pasará. Hoy voy a hacer que pase todo excepto el tiempo.

A mi yo de ayer:

Tú a mí no me conoces, aunque yo a ti sí, como la palma de mi mano. Y sé que tendrás muchas preguntas, y muy pocas certezas, así que... 

Me pregunto si me oyes todavía, si queda algo de ti en mi lejanía. Yo que soy el fruto de tus fallos y virtudes, tus derrotas y victorias, tus aciertos y manías, la suma de tus noches y reproches de tus días, la resta de tus gestas, de tus idas y venidas. Por si me contestas a preguntas con preguntas te diré que hay respuestas que no serán respondidas. Que sepas que la ira caduca pero contamina, que no hay camino sino estela de los que caminan sin quitamiedos. Que te podrás llevar el palo de tu vida o llegar a donde nadie llegó ni en sus sueños. No hay imposibles, solo improbables, para que cobardes no se atrevan presos por el miedo. No dejes que nadie te diga que no hagas esto, aquello, que no sirves ni que vales, porque vales más que ellos. 

No quieras compararte, nunca es demasiado tarde para que alguien rectifique.

Que la gente ya no busca espejos donde mirarse, solo malos ejemplos que los justifiquen. Que la línea que más cuides sea la de tu sonrisa, y que sea más curva cuanto más la cuides. Y que todo el que te mire vea que la vida se mide en los momentos en los que te sientes vivo, así que ¡vive!

Lo siento si no fui lo que quisiste ser, te juro que lo hice lo mejor que supe hacer. Intenté crecer feliz en este mundo cruel, quise cambiar el planeta y llevarlo al papel, aunque si hago mala letra para hacer el bien, esto sé que no es gran cosa, pero has de saber que el día de mañana podrás conocer mi bien.

Trata de decir siempre lo que sientes, siempre lo que pienses realmente. No digas todo lo que piensas, pero piensa todo lo que dices. Diferencia entre gente normal y la corriente. Que los amigos y amores vienen y van, pero solo los verdaderos al final se quedan. Que jamás cambies lo que más ames en vida por lo que en el momento deseas, se pasa, y la vida es pasajera. 

No prometas feliz, no respondas enfadado, ni decidas con el día gris. Perdona rápido, agradece lento. Quiere de verdad contento y nunca dejes que no te vean reír. Duerme menos y sueña más, sueña despierto, con ojos abiertos los sueños se hacen realidad. Que las mejores cárceles no tienen vallas y los peores ángeles no tienen alas, pero saben volar.

No des nada por supuesto, siempre se está a tiempo para esbozar un 'perdón, lo siento'. Que perder es otra forma de ganar, que en este mundo superficial lo que importa está cubierto. Que no hay dolor ni error que no enriquezca, como la piedra con la que tropiezas y repites. Por eso pide que te quieran cuando menos lo merezcas, posiblemente sea cuando más lo necesites.
Que quien te quiere también daña, que hay miradas que lo dicen todo y ojos que no dicen nada. Que se coge antes al cojo, ya que un mentiroso también es hombre de palabra. Que la apariencia engaña, que a veces la mayor sonrisa esconde tras de sí una doble cara. Que todo lo bueno y lo malo se acaba, por eso disfruta como si no hubiera mañana.


Y sí, sé que podría decirte el número premiado de la lotería, o incluso decirte cuál de los hombres será el único que te acompañará el resto de tu vida, pero ni yo misma lo sé, y si te lo dijese no llegarías a ser yo. Así que quiere, déjate querer, supera, disfruta, aprende, que todo llega.



domingo, 2 de noviembre de 2014

microcuento

    Quería decirte algo
    No sé si debo
    ¿Recuerdas aquel día?
    Pues desde ese día


Esto te cuento


     Que conquistaste mi sur,
que perdí mi norte.

Que me revolviste 
hasta desorientarme.

Que no me diste la brújula
para orientarme. 

Que me da igual, 
pero que sea mentira. 

Que no te hable, 
pero que no te olvide. 

              Que no. 
                    
             Que nada. 


Nunca sabes, nunca





"Porque nunca sabes si el día que llegues a tu destino te pasará como Colón y que, queriendo descubrir las Indias, acabes por encontrar América."