jueves, 28 de enero de 2016

De vez en cuando párate, piensa

Que suene tu canción favorita al encender la radio. Que no te toque nadie delante en la cola del supermercado en hora punta. Esa siesta ilimitada el primer día de vacaciones. Un viaje con amigos. O con tu familia. O con tu pareja. En definitiva, viajar. Los reencuentros. Un chocolate caliente un día frío. Encontrar un billete aunque no sea de cien. El primer sorbo de cerveza en copa congelada. Los abuelos. Los besos en el cuello. Aprender un insulto en otra lengua. Disfrutar como una niña pequeña en un concierto. Las sorpresas. Dejarte la voz en la ducha. Esa persona especial. Bailar hasta que tus pies no puedan más. Acostarse sin poner el despertador. Disfrutar haciendo nada. Saberte las respuestas de un examen difícil. Aprobar. La piel de gallina al recordar algo que te hizo feliz. Y reír. Y comer. Y llorar de alegría. Y beber. Que la vida son dos días. Cumplir sueños. Pasar tiempo con un viejo amigo y saber que hay cosas que nunca cambian. Un gol de tu equipo favorito en un partido importante. Dibujar. Salir bien en la foto del carnet. Que te manden un mensaje largo un día cualquiera. Y ese buenos días pequeña. Adelgazar. Leer un libro que te haga soñar. Un piropo. Recibir un abrazo inesperado. Escribir. Una fiesta un día cualquiera. Y las borracheras que no se olvidan. Los amigos. Abrir el medicamento por la parte que no está el prospecto. Hacer un regalo. Y sonreír al ver que acertaste. Y recibir un regalo. También. La familia. Una rosa el día de San Valentín. O cualquier día. Y un te quiero. Saltarse la dieta por un día. O por dos. Y comer chocolate. O chuches. Las locuras. Saber que alguien hace algo por ti. Ver una película un día de lluvia, con manta y palomitas. Ayudar a alguien. Tomar el sol en pleno invierno. El mar. Ir de rebajas y encontrar talla de eso que te gusta. La sensación de saber que amas y eres amado. Las carcajadas inevitables. Las miradas que se quedan grabadas. El mariposeo en el estómago. Reír hasta que te duela la barriga. Levantarse por la mañana y agradecer por estos pequeños detalles.

Espabila, que sonreír es gratis.

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