martes, 29 de marzo de 2016

Con dos dedos de frente

No hace falta tener dos dedos, tres dedos, cuatro dedos de frente. No es necesario tener un auténtico frontón para darse cuenta. Cualquiera con frente, sabría que tú eres de esas por las que uno daría la vuelta al mundo, lo pondría todo del revés, perdería sus principios y vendería sus finales: todos sus finales. Cualquiera que te conociera lo sabría. Cualquiera con frente se enamoraría de ti. Aunque los dedos de frente escaseen, nunca debes olvidar que siempre habrá alguien con frente que sepa que nada ni nadie podría superar tu forma de ser, de estar, de parecer. Que nada ni nadie lo revolvería todo tan bien como tú, lo decoraría todo con tanto azúcar, daría tanto esperando tan poco a cambio.
Porque cualquiera con frente se daría cuenta de que no haces nada por hacer, ni hablas nada por hablar. Que lo tienes todo tan medido como poco meditado. Que todo es tan fuego, aunque tú intentes ser hielo, que es imposible no cegarse al mirar directamente las llamas.
Quizás por eso lo fácil sea apuntar la vista hacia otro lado.
Quizás por eso lo sencillo sea evitar lo complicado.
Pero no temas, no pienses que nunca hallarás ese alguien que contenga en su interior la paciencia, las ganas, la magia necesaria para quererte como tú mereces: con dos dedos de frente. No creas, aunque ahora lo creas imposible, que no habrá nadie que quiera enfrentar contigo tus mejores y peores momentos, tus logros y tus fracasos, tus ilusiones y temores. Y sobre todo, no pienses que es por ti, no dudes ni por un momento que eres la causa, la razón, el porqué de tanta falta de cuidado, de tan poco tacto, de tan poca consideración. Recuerda que no todo el mundo nació para comprender la sensibilidad. Recuerda que no todo el mundo nació para saberte entender. Y sobre todo, recuerda, que no siempre no ganar significa perder.
Porque tú no tienes ni idea, pero cualquiera con frente sabría que lo mejor que tienes es lo que callas. Que lo más bonito que haces es todo aquello que haces sin darte cuenta, sin quererlo, sin saberlo. Cualquiera, hazme caso, podría llegar a saber, si de verdad quisiera saberlo, que te pasarías los días buscando en el cielo todo lo que falta por el suelo, que miras tanto hacia arriba que olvidas que la realidad está por aquí abajo, que cuando te faltan las palabras es porque lo que quieres decir, de verdad te importa. Cualquiera que te mirara, solo harían falta dos segundos, lo sabría.
Pero claro, tiene que mirarte.
Aunque hoy no lo creas, aunque hoy no lo veas… tú eres esa clase de persona por la que uno movería los continentes, la tierra, los planetas. Así que no pienses que porque uno no tuvo frente, no habrá nadie que la tenga.
Porque cuando menos lo esperes, alguien con dos dedos de frente, no te dejará marchar.
<  La chica de los jueves  >



No hay comentarios:

Publicar un comentario