jueves, 29 de marzo de 2012

Conozco el dolor, y la horrible sensación de echar de menos

Soy de esas que llegan media hora tarde y sonríen mientras piden perdón. De las que hace la maleta cinco minutos antes de salir de viaje. De las que piensa que el orgullo es lo último que se pierde, pero que hay que saber ceder. Que llevo el móvil en el bolsillo y que pierde los nervios cuando está en manos de otra persona. De las que un día parecen y son una de las personas más felices del mundo y al día siguiente quisieran no levantarse de la cama y dejar afuera el mundo. De las que de un simple día malo, sacan mil problemas más que te hacen sentir más hundido. Lo sé, podría tirarme días enumerando defectos. Pero llegaría a la misma conclusión de siempre: soy así y por suerte o desgracia, no puedo cambiar.

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